Mientras los colibríes batían sus alas de azúcar y los perros cuidaban el terreno, no paró de sonar el llamador de ángeles y no faltó, ni un solo mate con miel. Siete días pasé en una comunidad mendocina, junto a la acequia recogía los testimonios del hombre mayor de la comunidad, de quien aprendí lo que en este trabajo comparto: Andando con Juan.
La comunidad está bordeada por el río Diamante y el río Atuel. Juan me transmitió parte de su recorrido en el chamanismo. El chamanismo es una práctica ancestral que combina lo individual con lo colectivo, lo social con la naturaleza. El chamanismo trabaja con la energía del planeta, activa en la materia vista como inerte, un soplo de vida que si parte desde lo incorpóreo es porque primero fue la energía. ¿Y qué es la energía? La energía es la fuerza de la creación, opera sobre lo temporal promoviendo formas vivas a todo lo que existe; ya sea como inmanente en otra escala o por servicio en otro cuerpo.
Juan vivió en comunidad el tiempo suficiente como para poder comunicar ese modo de vida y sus alcances a todo aquel que brega por sobre lo individual una forma de trabajo comunitario , entiéndase: todos forman parte de un entramado inteligente y amoroso que hace a la salud, la vivienda, el crecimiento y la producción.
Que cada oyente descubra lo que la vida quiere expresar por ensamble a cada uno de los encuentros aquí disponibles.
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